ALONSO ANDREA DE LEDESMA, EL QUIJOTE Y EL CAMINO DE EDUARDO CASANOVA Por Eziongeber Chino Alvarez En 1595, cuando los piratas ingleses llegaron a Santiago de León de Caracas, lo hicieron atravesando las sierpes empinadas de la montaña capitalina. Los vecinos, al divisarlos, se convirtieron en multitud desaforada emprendiendo la huida como pudieron. Muy pocos quedaron para combatir a los forajidos. Mejor sería decir, que el único que le hizo frente a los invasores fue un hombre andrajoso, alto, flaco y desgarbado. Pénculo se llamaba la bestia, Alonso Andrea de Ledesma su jinete, el valeroso caballero protagonista de esta inmensidad de historia. Lanza antigua y oxidada en ristre, Don Alonso no era en modo alguno un mozalbete ni mucho menos ya que se se trataba de un añoso guerrero como bien lo constató después el propio Amyas Preston. En rigor, un anciano para los saberes de la época. Este hecho tan notorio, esta defensa in extremis de la ciudad de Santiago, ocurrió diez años antes
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