FRUTA SIN A


 Fruta sin A.


Francamente no recuerdo donde lo leí ni hace cuánto, pero a mí me quedó claro el mensaje: A los seres humanos no nos une con el mismo interés una guerra. O un tumultuoso evento de masas. Concurrimos a uno u otro por cumplir. Cumplir con la cita revestida de un propósito muy importante. 

No digo que sea cierto pero si es así, la melcocha que nos reúne desde que andamos echando vaina en este mundo, es una buena historia. No tiene que ser una sesuda reflexión pitagórica.Bastacon que sea buena.

Es que tenemos amplia experiencia en hablar zoquetadas y eso arranca justo desde los tiempos en que no sabíamos si éramos homínidos o humanos propiamente tales. Así será de importante. 

Inclusive antes de eso, las historias que nos contábamos los unos a los otros quedaron plasmadas en las paredes de una cueva cualquiera, llena de bisontes, mamuts, jirafas y un hombrecito trocado en valiente cazador: Allá va el carajo.

Habrá que imaginarse, por ejemplo, a un grupo de humanos medio vestidos con pieles y reunidos alrededor de una fogata poniéndose al día con los avatares de un acontecimiento en particular. Un tigre merodeando, ponte. Pero además, estos grupos contándose cosas, adquirieron plena conciencia de los tiempos: se contaban historias y chascarrillos o jugaban palito mantequillero porque precisamente había un mañana. Si así no fuese, nada tendría sentido.

No se celebraran nacimientos ni se recordara al viejo piache que murió arrugado como una pasa ni se rezara por el eterno descanso del alma de nadie. Sin contarnos pendejadas, no existirían las ciudades, ni nos hubiésemos organizado en las riberas del río Tigris para subsistir. Y es que yo no entiendo por qué algunas gentes asumen a la historia con cosas que tienen que ver con esas vainas remotas y remontadas en los primeros timotocuicas. Tenemos futuro, esa es la historia.

Chico, la gente en todo tiempo se reúne a contarse pendejeras pero resulta que si lo hacemos nosotros por aquí, no falta el que critique que en vez de eso, deberíamos estar haciendo bailoterapia. O echando fli pues. O abordando las profundas y abismales cosas del intelecto y de la reflexión que te cuento: a mí eso me encanta aunque no lo capte mucho. Con todo, hay quien no acaba de entender que los seres humanos fuimos concebidos para estar juntos, así sea jugando Fruta sin A. O contando cuántos triángulos hay en el triángulo. Dígame el de la letra (defíneme con una letra y yo te asigno otra y así ad infinitum). Todo se vale. La poesía, la filosofía, la historiografía, jugar carga la burra con los panas y decirnos 100 groserías en tres palabras.Es necesario sabernos unidos y mucho más en esta pesadilla tan pesarosa.

Que Alfredo Padrón monte sus fotos del confinamiento. Que Andrés Urzua joda el parque como él solo sabe hacer. Que Paúl nos hable de iconología religiosa o que el señor Eduardo nos hable de como conoció a Betancourt. No olvidar los post de José Pulido y menos, los de Cinzia.Todo eso es importante porque le damos sentido a esa humanidad que nos acompaña desde los pininos de la prehistoria.

¿Tenemos miedo? ¿Quién no? Yo estoy cagao. No sé cómo cubrir un montón de vainas pero si me invitan a buscar un artista por la R, Rubén. Roberto Carlos. Roena, le zampo. Me río. Gozo un bolón aunque me sienta como un músico de planta en el Titanic.

Coño pero cómo hay gente seria. Les molesta la diversidad que tienen que calarse en su página de inicio. Quieren hablar toltaim del coronavirus, como si no supiéramos que en eso o en el grave problemón que tenemos con ese autoritarismo que se cierne, nos va la vida. No sé quién les dijo que lo superficial no importa pero salen con esa de que las "simplezas ramplonas" que nos reúnen en el FB son una ladilla. Esas cosas tan simples o gafas mi pana, son tan necesarias como los documentos que conforman la investigación contra la narcotiranía madurista. Liberar esa presión tan arrecha, es vital en estos tiempos.

Chico, tenemos que asumirnos como en La Leyenda del Horcón:

"Llovía torrencialmente en la estancia del Horcón, como adornando el fogón, estaba toda la gente": toda, todita la gente.

 ¿Cacháis? Deje vivir mi hermano que la gente somos todos. 

Amoróchense, nojuegue y me dejan un laíto.

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